La docencia es como el sushi

Posted 10 CommentsPosted in Docencia

Esta mañana he impartido mi primera clase de traducción (inglés-español)  y, aunque no es la primera vez que me pongo el disfraz de profe, hoy he sentido cómo me ha picado lo que yo llamo ‘el virus de la docencia’.

Vamos a empezar por el principio. Hace unos ocho años, es decir, cuando empecé la carrera (¿ya ha pasado tanto tiempo? Me hago mayor y ni me había dado cuenta) tenía muy clara una cosa: Que no quería ser profesora. Lo que yo quería ser es traductora. El razonamiento típico y lógico de una estudiante de T&I es el siguiente: “Si quisiera ser profe, pues me hubiera puesto a estudiar magisterio o filología”. Además, siempre he tenido pánico a hablar en público como ya he comentado con anterioridad, aunque he aprendido algunos trucos para que no se me note (tanto). Después de todo, las clases de interpretación tenían que servir para algo, ¿no? Ah, que era otro tipo de interpretación, ahora que me acuerdo ;-).

Bandeja de sushi variado
Nunca sabes si te va a gustar hasta que no lo pruebas

Pero la vida da muchas vueltas y aquí estoy, enseñando lo poco que sé de casi nada.

Ayer cuando estaba preparando la clase ( sí,  los profes no solo curran cuando están en el aula, resulta que antes de soltar el rollo tienen que preparárselo ;-)), me puse a pensar cómo enfocar la clase. Entonces recordé eso que a todos los novatos nos gustaría saber para no entrar en el mercado laboral como un elefante en una cacharrería: ¿Cómo es el mundo real? Y, más concretamente, ¿cómo es el mercado de la traducción? Así, pues, hoy he hablado durante más de hora y media sobre el mercado de la traducción (¡y aún no he llegado al tema de las tarifas!) y creo que el tema ha suscitado interés. Tanto que, aunque ya había terminado la hora, todo el mundo estaba sentadito en su sitio sin emitir otro ruido que el tecleo de los portátiles. ¡Alucinante!

Como antigua alumna de la carrera, y como posteriormente me ha confirmado el artículo “¿Por qué se estudia Traducción e Interpretación en España?” (visto en Algo más que traducir), muchas personas que entran en la carrera no saben realmente cuál es la labor del traductor o del intérprete, ni que existen otras salidas laborales igual o más glamourosas que estas. Elegir uno u otro camino depende de los gustos personales y de lo duro que trabajes para conseguir las metas que te hayas fijado.

En mi opinión, al igual que muchos blogueros traductores, la universidad tiene que estar en contacto continuo con la profesión para saber qué se espera de los futuros licenciados. Porque proporcionar una formación sólida no consiste simplemente dar a conocer las estrategias de traducción y conseguir que tus alumnos escriban textos meta ideales, sino que también supone prepararles para tomar contacto con la profesión y sus vicisitudes. Y hay que hacerlo de una forma realista y objetiva.

¿Por qué digo esto?

Porque también escuché en su momento comentarios del tipo “si quieres ser traductor, prepárate para morirte de hambre” hasta el hartazgo y no quiero perpetuar esa tradición que invita a  la desmotivación entre el alumnado. Es cierto que hay tarifas que no dan ni para pagarte unas cañas, pero tampoco es necesario quitar las ilusiones despiadadamente a los que empiezan.

Si quieres que tus alumnos vayan a clase y muestren interés, tienes que darles buenas razones para que se esfuercen. Una puede ser convencerles de que se trata de una carrera apasionante y con futuro. Es decir, hay que saber buscar temas que los alienten a seguir estudiando y aprendiendo. Una tarea nada fácil para una novata.

Pero sin pecar de optimista, no se vayan a pensar que están en el mundo de la piruleta. Tampoco hay que pintarlo todo de color de rosa. Para llegar a algo en esta vida hay que ganárselo a pulso. Y eso también hay que decirlo claramente: De nada sirve el talento si no se ejercita con perseverancia, ya lo decía Drácula el viernes en El País. Y a traducir, solo se aprende traduciendo.

Pero volviendo al tema de mi enfermedad, esa que provoca el virus de la docencia. Sabes cuando estás infectado porque se presenta un cuadro clínico de entusiasmo exacerbado provocado por la respuesta positiva del alumnado y una necesidad patológica de compartir todo lo que tu sabes. También pueden manifestar otros síntomas, dependiendo del individuo afectado. Se han descrito casos de pacientes que ven la vida como si fueran diapositivas de PowerPoint :-P.  Ahora echo la vista a atrás y me río de mi aversión a la tiza. Supongo que cuando eres alumna, querer ser profe es un poco como querer pasarse al lado oscuro :-). Jamás hubiera imaginado que un día iba a ponerme en la tarima delante de la pizarra para enseñar a traducir. Y menos aún que me iba a gustar.

Lo peor de todo es que engancha, que nunca es suficiente, que siempre quieres más . Como una droga. O como el sushi, que en mi caso, viene a ser lo mismo.